Qué se jodan (II)
- Es demasiado grande, no me jodas - me decía Sergei mientras llegábamos al hangar. Todos los días que tocaba trabajar el 225 decía lo mismo. - No empieces tan de mañana que no estoy de humor - le gruñí mientras intentaba recostarme en el asiento para recuperar algo de sueño. - ¿Qué te pasa? ¿No has dormido bien? - siguió preguntando. - No - contesté de forma seca sin ganas de seguir la conversación. Milagrosamente, Sergei captó la indirecta, esos minutos de tranquilidad eran un regalo inesperado que quería aprovechar. La noche había sido mala, Iryna volvió a insistir en irnos a casa de su hermana a Polonia. Que estaban diciendo los polacos que los rusos iban a atacar. Como siempre, el procedimiento siguió el orden esperado: Bronca y posterior desvelo, no fallaba, ojalá el Antonov respondiese igual. "¡Polonia! si Iryna es rusa joder, aún yo que soy ucraniano... Y, además, si atacan será a esos de los obuses de la frontera" recordaba incómodo mientras intentaba girarme en mi